EN TIEMPOS DE LA CULTURA DIGITAL
Comunicación, Estado y Territorio:
El campo de las ciencias sociales en tiempos de cultura digital.
Por Claudia Cóceres *
La construcción del ambiente-territorio comunicacional está en debate, dado que las relaciones de poder inciden en la conformación de identidades digitales y donde los sujetos sociales ven replantados sus derechos políticos y civiles. Dicha manipulación de un espacio comunicacional estaría determinando acciones colectivas-individuales; por las cuales nos preguntamos si se moldean ideológicamente o si los sujetos tienen grados de libertad visibles. (Este es un territorio en pugna si lo pensamos en el orden de un debate sobre dar el si o no a las elecciones, espacio donde también se "juegan" derechos políticos-sociales).
¿El medio es el mensaje y la construcción del territorio es de quienes sean dueños de
los medios?.
Reflexionemos sobre las Redes a la conquista del Ciberespacio y la soberanía digital.
Asistimos a una nueva revolución, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha traído consigo algo más que un cambio en las comunicaciones. El acceso del ciudadano a las nuevas herramientas de participación e intervención directa en la vida pública que posibilitan las nuevas tecnologías está dando lugar a una nueva era y a una nueva forma de soberanía nacional-popular: la "soberanía digital".
El fenómeno de Internet y las redes sociales han situado al ciudadano en el primer plan de la esfera pública gracias a las posibilidades que ofrecen las plataformas de comunicación con una enorme repercusión. La Red supone el principio del fin de la antigua sociedad en la que el poder político-económico ostentaba el control de la información y de la comunicación. Gracias a Internet, las personas y los grupos de ciudadanos organizados cuentan ya con su espacio público de expresión e, incluso, de rebelión, un poder que todavía no puede calificarse como el quinto o el sexto poder, pero que ya cuenta con suficiente influencia como para considerarlo un micropoder.
El fenómeno de la globalización, evidentemente, ha traspasado las fronteras e Internet las ha difuminado, pero entonces se plantea la necesidad de protección a esta nueva
cualidad de ciudadanos digitales en la aldea digital globalizada. Los resultados de una acción u omisión en el espacio digital tienen repercusiones en el mundo físico afectando no sólo a elementos subjetivos del individuo, sino repercutiendo también en sus
capacidades u opciones de producción y de consumo, lo cual, evidentemente, tiene un efecto directo sobre la economía, y eso es algo que no pueden obviar los poderes políticos, sometidos como están a la soberana autoridad del imperio financiero.
Si entendemos la soberanía, desde el punto de vista político, como el poder de un Estado-nación, o de una Entidad Supranacional que no están sometidos a ninguna otra autoridad (?), entonces la soberanía digital sería ese mismo poder pero en el ciberespacio. En la actualidad, muchos países han sido colonizados paulatinamente por los mercaderes digitales que compran las punteras empresas de nuevas tecnologías, los dominios de países, empresas y corporaciones, con el objeto de mercantilizarlos, como un objeto más, dejando a sus primigenios propietarios desprovistos de ese poder, de la soberanía e identidad digitales. Por ello, muchos países renunciaron a su soberanía e identidad digitales para mantenerse en el circuito del sistema del dinero.