Internet, encierro y pandemia
Por Fernando Castro (*)
En el mundo habitan alrededor de siete mil setecientos millones de personas y hay más de cinco mil millones de celulares activos. Un poco más del 59% del mundo tiene acceso a Internet y la mitad de las personas que habitan el planeta son activas en las redes sociales.
La interacción entre los seres humanos y la tecnología hace décadas que crece a un ritmo nunca antes visto en otra industria. Las empresas producen y nosotros consumimos. El servicio no es gratuito, lo costeamos garantizándoles a las grandes compañías el acceso a nuestros datos personales, gustos, preferencias y todo tipo de información que les permite conocernos mejor para vendernos mejor: productos e ideas.
Del consumo tecnológico actual y el aislamiento social
Analizando datos del comportamiento realizado por los usuarios a nivel mundial, entre la última semana de marzo y la primera de abril del corriente año –periodo donde la mayoría de la población cumplió con el aislamiento social– se observan los siguientes crecimientos en el consumo:
35% en cobertura de noticias
29% películas y shows en servicios de streaming
24% en servicio de mensajería
23% en redes sociales
19% televisión
Durante este tiempo, las noticias televisivas y las fuentes online han mostrado repuntes significativos, lo que ofreció un alivio temporal a lo que venía siendo un declive constante en la televisión. Por el contrario, la prensa gráfica ha caído –incluso más que antes- pues a causa del confinamiento se dificultó, entre otras cosas, la distribución.
Alrededor de un tercio de las personas conectadas usa grupos de Facebook y otras redes sociales para obtener noticias e información local. Los jóvenes de entre 18 y 24 años (llamada Generación Z), duplica este porcentaje y solo prefiere recibir noticias a través de una red social.
Cerca del 80% de los usuarios de internet reportan mayor uso de sus smartphones en esas semanas.
Tal cual se señala desde hace tiempo, las nuevas generaciones se inclinan por las noticias publicadas en redes sociales con escaso sustento y en muchos casos carente de respaldo. YouTubers, instagramers e influencers pueden dar validez a estas noticias sembrando la desinformación.
Los impulsores de un mundo enteramente digital encontraron en la pandemia de Covid-19 el trampolín a su objetivo, caiga quien caiga.