La Pandemia mata y el Capitalismo también
Lidia Fagale, Directora de Proyecto Sapiens XXI
Proyecto Sapiens XXI nació como una iniciativa que intenta reunir a todos aquellos que aún persisten en la idea de construir futuros en beneficio de las mayorías y que, desde distintos lugares de las artes (políticas, económicas, culturales, sociales e ideológicas) y, en todas sus dimensiones, aporten a esta bella y necesaria idea.
Sin alejarnos jamás de estos objetivos, regresamos para aportar con renovados contenidos y recuperar aquellos que no han perdido vigencia.
Sabemos que la realidad es un todo integral e interconexo, donde la actual pandemia irrumpió en un mundo digitalizado como nunca antes.
Ese mundo es el que Proyecto Sapiens XXI se propuso y se sigue proponiendo analizar en todas las dimensiones de la vida humana.
En días, esta tragedia que no tiene fronteras, impuso a la misma velocidad en que se expande el virus COVID-19 una transformación digital que afecta las relaciones humanas sorteando todos los debates que nos veníamos planteando hasta hace poco.
Y, si bien este fenómeno estaba presente antes de la pandemia, su utilidad en estas circunstancias le ha otorgado un sentido “humanitario” que lo legitima “socialmente”.
Este escenario nos plantea retomar los análisis del “mundo digitalizado” desde otros atajos.
Hoy se han constituido en herramientas indispensables para conectarnos mientras cursamos el aislamiento social, recibir realidades o crearlas, abrir datos de las experiencias médicas y científicas para cruzarlas en tiempo real con otras y aportar a la cura de esta pandemia u otras enfermedades, hacer seguimientos de contagiados, establecer variables más certeras sobre su evolución, etc.
En tanto, se impone pensar que las comunicaciones más avanzadas, como el 5G, la fibra óptica y el 4G así como la inteligencia artificial ya son (o serán) la sustancia existencial de nuestro “presente-futuro”.
Como siempre sostuvimos, el desarrollo tecnológico en sí mismo no tiene nada de malo, pero sí puede impactar negativamente en la vida de los seres humanos, de acuerdo a su uso social.
Dijimos que ante el avance de las tecnologías se esfuman las fronteras que separan la realidad virtual de la realidad y las percepciones de nuestro entorno se potencian o se distorsionan. Las redes sociales en general, novedosas aplicaciones, los portales digitales de diarios o de otras plataformas se abrieron al acceso libre de información de los ciudadanos frente a esta circunstancia extraordinaria. Dimos cuenta también de la multiplicación de dispositivos electrónicos superando en número a toda la población mundial; de los avances tecnológicos que nos anticipan enfermedades o nos curan, observamos cómo las grandes corporaciones tecnológicas saben más de nosotros que nosotros mismos y de los peligros que esto conlleva para nuestras vidas. Y también, escribimos y contamos con valiosos aportes dando cuenta de cómo la internet de las cosas se ha convertido en una usina de falsas noticias y también de espacios de resistencias y construcción de otras verdades. Y nosotros, audiencias, lectores pasivos o activos, segmentados, aislados y teóricamente comunicados, consumidores, individualistas, autistas tecnológicos, creativos, solidarios, militantes virtuales… fuimos analizados desde todas estas perspectivas.
El desarrollo tecnológico, el Big Data, la robótica, la inteligencia artificial, la realidad inmersiva, la industria del entretenimiento beneficiada con estos avances, la realidad virtual, la pérdida de puestos de trabajo y la creación de otros que requieren nuevas capacidades y conocimientos, nos enfrenta a nuevos dilemas y contradicciones, de esto también hablamos y seguiremos profundizando.
Hoy, para los médicos, investigadores y científicos, para las políticas sanitarias en general, las tecnologías digitales y el Big Data y la Inteligencia Artificial (IA) son herramientas que allanan los obstáculos en la lucha contra el COVID-19 tanto en la urgencia como para otras enfermedades. El éxito en detener ostensiblemente la pandemia en China, Taiwán, Japón, Corea del Sur y Singapur lo han demostrado.
Sin embargo, desde la perspectiva occidental de la digitalización, el mundo que nos parece proponer Silicon Valey es cada vez más concentrado, uso de datos personales para la vigilancia y el consumo teledirigido, en convivencia con poderes globales.
Sin dudas, la expansión de las tecnologías de control, espionaje y vigilancia reproducen la lógica de un sistema económico que encuentra una salida a su propia crisis en estas herramientas a la vez que produce un proceso de subjetivación acrítica de la sociedad de control que nuestros miedos ayudan a delinear.
La Sociedad mundial ya va camino de naturalizar la vida bajo control y vigilancia, asentada en las posibilidades tecnológicas iniciadas en la segunda mitad del S. XX. Así como advertimos la intencional ausencia de medidas legales que limiten el abuso de estas tecnologías, también nos planteamos si toda política regulatoria es suficientemente sólida para anteponerse a la fuerza del mercado y las grandes corporaciones económicas.
Proyecto Sapiens XXI, se abre a todas las preguntas que entendemos nos demanda este tramo de la historia.
Nos negamos a analizar esta catástrofe sanitaria, la pandemia del COVID-19, apenas como un mal no deseado del sistema mundial con sus consecuentes réplicas nacionales en los cuerpos de miles seres humanos y sus economías.
Por ello, nuestra plataforma digital ha decidido sumar un espacio especial a la información que emana del escenario mundial que nos plantea la pandemia del COVID-19. Una tragedia que recorre el mundo potenciada por el capitalismo del siglo XXI.
¿Qué mundo se avizora? ¿Será cierto que después de la pandemia las relaciones humanas serán otras? ¿Las acciones de vigilancia biométricas masivas se prolongarán más allá de la emergencia? ¿La ciencia y la tecnología beneficiarán nuestras vidas? ¿Accederemos en forma igualitaria a su beneficio? ¿Sin distribución de la riqueza es posible plantearse un mundo con buena salud sanitaria y económica? ¿Las sociedades post alfabéticas pueden pensar y pensarse en un mundo más solidario, más igualitario? ¿Si ha cambiado, como sostienen algunos analistas del mundo contemporáneo, la noción de tiempo y espacio, hay lugar para el pensamiento crítico?
La grave crisis global que enfrenta la humanidad de múltiples dimensiones, muchas de ellas anteriores a la pandemia, incorpora un dato inédito, el aislamiento social masivo que se impone inexorable. Y sobre el cual, sin que esto configure un cuestionamiento, dada la emergencia sanitaria, merece un profundo análisis y sus implicancias tanto en el campo social-cultural como económico en un futuro inmediato, donde la tecnología y su capacidad para el control se convierta en una panacea de las grandes corporaciones económicas en beneficio de unos pocos.
La información que se difunde sobre la pandemia muestra algunos relatos mediáticos ávidos de inmediatez, atados al poder de grandes corporaciones, que buscan audiencia mediante el impacto inmediato emocional y el entretenimiento, y que adolecen de diagnósticos críticos y sistémicos de lo que ocurre.
Muchos de ellos, actores dinámicos en la guerra comercial que los Estados Unidos vienen planteando a la RCA. Popular China en la clara disputa por no perder su hegemonía mundial en sectores donde se gesta la tecnología necesaria para productos e insumos que configuran el soporte de toda la producción del futuro. (Nanotecnología, inteligencia artificial, biocombustibles, etc.). Una batalla que sigue vigente a pesar de la opacidad informativa circunstancial frente a la tragedia humanitaria que nos impone la pandemia.
Son muchos los interrogantes que surgen a la hora de abordar las consecuencias de esta pandemia: ¿Luchamos contra un ejército invisible? ¿Para proteger la naturaleza debemos cambiar estructuras sociales y económicas? ¿Estamos afrontando sólo una crisis económica? ¿Que ha puesto en evidencia esta tragedia humanitaria? ¿Esta convulsión actual es ajena al sistema que se ha consolidado bajo el capitalismo contemporáneo? ¿Vamos camino a un mundo sin trabajadores? ¿Cuántos pueden producir desde el teletrabajo? ¿Todos los habitantes de este planeta tienen acceso igualitario a la salud? ¿Nuestras relaciones humanas serán virtuales?
Muchas preguntas para un mundo con pocas respuestas. La pandemia mata, sí. Sin embargo, mucho menos que el capitalismo, un virus letal que aún no encuentra vacuna que lo detenga.