EL FUTURO INMINENTE

La revolución no tiene su algoritmo

Pensar, imaginar un futuro distinto y no sólo para el periodismo o las nuevas narrativas dentro de la sociedad del control, es indudable que requiere no sólo de conocimientos tecnológicos y formas asociativas con programadores, ingenieros, técnicos demanda primero saber en qué mundo queremos vivir y cómo queremos vivir. O como señala el historiador israelí Yuval Noah Harari en su libro ‘Sapiens. De animales a dioses’, “el factor decisivo para el triunfo de la especie no ha sido su mayor tamaño craneal o incluso su superioridad técnica, sino su capacidad para contar historias y creérselas.” Si en ‘Sapiens’, el progreso histórico estaba marcado por la habilidad del hombre para crear ficciones, a partir de ahora- nos advierte Harari- “la clave del progreso estará en la capacidad para procesar información, pero al precio de jubilar al ser humano tal cual lo conocemos hasta hoy”. Al inquietante futuro que Harari nos pronostica, el ensayista francés Eric Sadin nos ubica como testigos de una mutación decisiva en nuestro vinculo con la ´técnica al afirmar que “mientras que su vocación ancestral consistía en actuar como una prótesis de las insuficiencias del cuerpo, hoy su capacidad cognitiva le confiere el inquietante rol de gobernar a los seres y las cosas”. Además, la pérdida de privacidad no frenará el poder de las fórmulas matemáticas. Los algoritmos nos facilitan la vida y seguirán haciéndolo, aunque ello suponga dar a conocer a extraños todas nuestras intimidades. El mundo parece resolverse entre las plataformas y nuestros dedos sobre el teclado, donde la transparencia puede devenir en la más absoluta obscuridad.Hoy la imaginación, la creatividad es un capital invalorable que está en riesgo de ser apropiado inmediatamente por las grandes corporaciones económicas. A la vez que debemos admitir que ha variado la idea de creación y de cómo se crea, incluso desde la resistencia o de acciones alternativas a los algoritmos hegemónicos y por fuera de la racionalidad capitalista occidental, más allá de reconocer los límites que pueda ofrecer hoy el territorio virtual. Ahí también parece estar el desafío: Intentar correr esos límites, transgredirlos, sin dejar de observar la capacidad que tiene el sistema de ensanchar sus marcos normativos para asimilar en pro del consumo y la expansión de su negocio.Además es cierto no podemos predecir el futuro pero algo ya podemos avizorar, ante los cambios técnicos y culturales en nuestras sociedades, en los seres humanos. Nuevos paradigmas, nuevas formas organizativas, demanda de mayor conocimiento interdisciplinario, mientras tanto con esta harina estamos conminados a hacer el pan que todos los días pretende devorarse el metabolismo social del capital. La inminencia del futuro ya se conjuga en presente. ¿Será para unos pocos?

 (*) Periodista

 

Nota de la redacción:

Este artículo fue escrito en oportunidad de nuestra asistencia al Media Party 2017 y se reproduce en Proyecto Sapiens XXI dada la vigencia del fenómeno de las noticias falsas, la creciente preocupación por parte de medios y periodistas por encontrar alternativas o dispositivos que puedan contrarrestar las falsedades y mentiras que arrecian en las redes y medios. 

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