ATAQUE
La campaña contra Huawei
La Pandemia contra China
Pompeo pide ahora vetar a Huawei como castigo a China por el brote del coronavirus. El secretario de Estado retoma la ofensiva de Trump de culpar a China por la pandemia y sus consecuencias en Estados Unidos, con vistas a las próximas elecciones norteamericanas. Mientras se asiste al desastre que produce la enfermedad en la mayor potencia del planeta, incapaz de proteger a su población del desempleo y la muerte.
Por Gerardo Codina
El 19 de agosto del año pasado iba empezar a regir la prohibición establecida por el gobierno norteamericano a sus empresas tecnológicas de seguir comerciando sus productos con las chinas Huawei y ZTE. Se suponía que ni chips, ni software ni aplicaciones de uso estándar en casi todo el mundo y desarrolladas por empresas norteamericanas, podrían ser usadas por la competencia china. Pero nada de eso ocurrió.
La aplicación de las sanciones se aplazó una y otra vez, mientras el conflicto chino-norteamericano escaló con la aplicación de aranceles al comercio mutuo y varias rondas de negociaciones que no arribaron a una definición final. Hasta que llegó el COVID 19 y puso todo de nuevo patas para arriba.
Lo que al principio era algo despreciado por Trump, una exageración de los medios, pasó a ser una dramática realidad que afecta a la principal potencia, en la que el presidente no quiere asumir ninguna responsabilidad. Tanto que ahora la quiere usar como pretexto para renovar su ofensiva sobre China, mientras en el camino desfinancia a la Organización Mundial de la Salud. Esto sucede mientras el número final de víctimas en Estados Unidos permanece incierto y más de 22 millones de personas ya solicitaron el seguro desempleo ante la pérdida de sus puestos de trabajo.
En su esfuerzo por galvanizar a su base electoral en base a prejuicios antichinos, vuelve a poner en la discusión la supuesta utilización de la tecnología de Huawei con el objeto de espiar y sabotear a gran escala el poderío norteamericano. En una nota sobre el tema que publicamos meses atrás señalábamos que “el caso Hauwei es uno que destaca en el contexto de un conflicto mucho más amplio, generado por la percepción de Trump de que su país ha sido “víctima de un trato injusto” por las otras naciones, que sacan ventaja en su comercio con Estados Unidos. Así entre los sancionados unilateralmente por el Big Brother están la Unión Europea, India, México, entre otros, los que se suman a Irán, Venezuela, Rusia, Cuba o Corea del Norte, también sancionados, pero por razones políticas.”
Esta crisis y la conducta de la élite actual gobernante en la principal potencia señalan con vehemencia que la globalización impuesta a la economía mundial por Estados Unidos parece haber llegado a su fin, tal como está demostrando la gestión actual de la pandemia.
En parte, porque unos de sus efectos es que China se aprovechó de ella inteligentemente y adquirió capacidades que ahora le permiten disputar la vanguardia tecnológica con Estados Unidos, al tiempo que acumula un gigantesco superávit en su comercio bilateral. Los estrategas del poder norteamericano saben que la superioridad tecnológica en las industrias más avanzadas es una de las claves centrales de la hegemonía sin sombras que ejercieron unilateralmente en el mundo los últimos treinta años. Por eso golpean ahora.
Pero Trump no pudo avanzar hasta el momento en su política de aislar tecnológicamente a China, porque sus propios gigantes en la materia se oponen a consumar la ofensiva para cuidar los enormes negocios que hacen con los chinos . Cuánto tiempo podrán resistir las presiones de la derecha más recalcitrante y aislacionista que hoy detenta el poder político en Washington es una cuestión difícil de responder. Lo que queda claro es que el presidente norteamericano quiere usar la actual pandemia para asegurar sus votos para una posible reelección y, al mismo tiempo, tratar de dañar lo más posible al gigante oriental.
De igual modo que ahora es el “virus chino” el argumento para atacar, antes era la seguridad nacional y el espionaje que podría llegar a realizar Huawei para el gobierno chino. Se argumenta que las autoridades chinas no tuvieron un manejo “trasparente” y “abierto” de la información relativa al nuevo mal que emergió en Wuhan, hasta que fue demasiado tarde para impedir su diseminación por el mundo. En paralelo, desde la administración norteamericana se insiste en el mal manejo inicial de la información por parte de la Organización Mundial de la Salud para justificar el rechazo de sus recomendaciones y la suspensión de los aportes de Estados Unidos a su financiamiento.
- Anterior
- Siguiente >>